Bitácora: Fusión Nuclear
En el último siglo del anterior milenio, el mundo presenció el vertiginoso crecimiento en el consumo de energía. La cantidad de electricidad que necesita la civilización humana para subsistir, que es obtenida mediante métodos ya completamente obsoletos, como bien sabemos, provienen de la segunda mitad del siglo XIX, en la llamada Segunda Revolución Industrial. 120 años más tarde, el concepto de extracción energía se encuentra limitada por las mismas reacciones químicas de antaño. Es decir, la transformación de algún componente inflamable para producir calor y mover turbinas. Estos procesos además de producir deshechos nocivos para el ambiente, desaprovecha más del 99% de la energía contenida en su composición molecular y atómica.
A mediados del siglo XX se logra desarrollar la energía nuclear por medio del bombardeo de unidades subatómicas como el neutrón a los núcleos de uranio 235. Mediante una reacción en cadena controlada, se llegan a altas temperaturas.
La llegada del siglo XXI revivió y materializó las teorías de plantas nucleares de fusión. Lo opuesto a la fisión de las centrales actuales. Para ello se necesita recurrir a ambientes similares a la de los núcleos de las estrellas, es decir, millones de grados. Las altas temperaturas permiten que las colisiones entre núcleos atómicos sea posible y así fusionar dos elementos en uno. En el proceso de fusión, se libera una gran cantidad de energía y se crean elementos más pesados.
Los esfuerzos por desarrollar esta tecnología de punta están dando sus frutos y se estima que en unas décadas se conseguirá construir una planta de fusión funcional y eficiente. En ese momento habremos conseguido una fuente de energía casi inagotable. Simplemente con usar átomos de hidrogeno que se encuentran en el agua se puede obtener una gran cantidad de energía mediante el proceso de fusión. Por ello, es una gran alternativa a todos los demás combustibles fósiles de hoy en día.
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